"El
verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar, no soporta 'el modo
imperativo'. Yo siempre les aconsejé a mis estudiantes que si un libro
los aburre lo dejen; que no lo lean porque es famoso, que no lean un
libro porque es moderno, que no lean un libro porque es antiguo. La
lectura debe ser una de las formas de la felicidad y no se puede obligar
a nadie a ser feliz".
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